Se adormece el pensamiento en la negación de mis letras.
¿Quién dice al poeta lo que debe hacer?
Su vocación misógina, apenas se montaba en el pasillo
que dejaban las cerillas aplastadas por el viento.
La liberación lo aconseja del presente.
Murmuran las murallas,
estacionan su conciencia impávida,
las reflexiones del canto.
.
Basura confundida con papel,
vocabulario de confort,
escritos de una cara que niegan
la posibilidad del dorso.
Tropieza al inicio del andén,
sus pasos cortos mezclan
la melancolía y la rabia.
Abrazaba la revolución…
En el país de los enfermos.
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Hace 12 años
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